viernes, 5 de noviembre de 2010

LA CRIPTA OCULTA DE KHUFU

¿Un edificio de 150 metros de altura, con una planta en la que cabrían siete campos y medio de fútbol y apenas contiene en su interior tres habitaciones y varios pasillos?

Desafortunadamente, desde que en el primer tercio del siglo XIX se descubrieran las cámaras de descarga, situadas ocultas en la sillería sobre la Cámara del Rey, no se han vuelto a producir hallazgos semejantes… Hasta que en 2002 el circo mediático organizado por el Dr. Hawass y la National Geographic presentó al mundo “en directo”, la perforación de la enigmática losa que tantos meses llevaba ocupando espacio en los periódicos.
Obturaba el final del canal estelar sur de la Cámara de la Reina y tras ella apareció un diminuto hueco de 20 cm de ancho por 50 de profundidad. Gran decepción para los que esperaban hallar la cámara de los secretos. La reciente publicación en Francia –el pasado primero de septiembre– del libro Khéops, la chambre secrète, escrito por un par de “aficionados” franceses, como afablemente los calificó Hawass, ha vuelto a generar el mismo interés por parte del público.
No es de extrañar, pues en él afirman haber localizado el emplazamiento, oculto bajo la Cámara de la Reina, de la cripta de Khufu. En su interior, suponen, se encontraría intacto el cuerpo del faraón. Hawass, la máxima autoridad política egipcia en cuestiones arqueológicas, sólo por debajo del ministro de cultura, se niega a dejarles comprobar físicamente su teoría: “Soy el guardián de los monumentos egipcios. Si dejo que sigan adelante la historia me juzgará. No se puede conceder permiso para hacer agujeros en las pirámides por una simple teoría”. No obstante, Gilles Dormion y Jean Verd’hurt, no son precisamente dos “aficionados” cualquiera; su trayectoria como estudiosos de las pirámides viene de lejos y cuenta con algunos logros muy interesantes. Unos exitosos antecedentes que las actuales autoridades egipcias no parecen querer reconocer. Y es que fue a mediados de los 80 del pasado siglo cuando Dormion, formando equipo con su colega y amigo, el arquitecto Jean-Patrice Goidin, visitó la Gran Pirámide como turista.
Una vez en su interior, la pareja estudió los detalles de la misma con ojos de expertos en la construcción de edificios. No tardaron en apreciar una serie de “incongruencias arquitectónicas” que les hicieron suponer la existencia de varias cámaras ocultas. La más notable de esas “extrañas” decisiones constructivas se daba en las cámaras de descarga, que en modo alguno servían para aliviar la presión soportada por la cámara del sarcófago, como se daba por sentado. Otro detalle que les llamó mucho la atención fue la peculiar disposición de la sillería en una parte concreta del pasillo de acceso a la Cámara de la Reina.
Allí, a lo largo de varios metros, los bloques están dispuestos unos sobre otros, de tal modo que sus juntas se continúan de arriba abajo sin interrupción, lo que hace que la presión siga una misma línea de descarga y debilite enormemente la cohesión del muro. A esto se unieron detalles como el extraño dintel doble existente sobre la entrada a la pirámide y la peculiar distribución en altura de la Gran Galería. Así pues elaboraron una teoría arquitectónica, según la cual al norte de la Cámara del Rey, embutida en la masa del monumento, se encontraría la verdadera cripta real. Su presencia allí era posible por la bóveda a dos aguas con la cual termina la última de cámaras de descarga; al estar situada mucho más arriba que la Cámara del Rey, la bóveda liberaba de presiones una zona amplia al lado de ésta, que es donde cabría esperar la cripta oculta.
El acceso original sería un supuesto pasillo que nacería justo encima de la entrada a la pirámide –protegido por el doble dintel–. Éste moriría al llegar al muro norte de la Gran Galería, cuyo inmenso hueco se salvaría merced a un suelo provisional de madera, anclado en las misteriosas entalladuras de la Gran Galería. Un acceso oculto en la pared oeste del extremo final de la Gran Galería permitiría llegar a la supuesta cripta. Por su parte, la extraña disposición de los bloques del pasillo de acceso a la Cámara de la Reina serían un medio para indicar que, tras ellos, existían una serie de habitaciones, de las que no se tenía noticia.
Llevados por el entusiasmo de una teoría que les parecía bien argumentada, solicitaron el preceptivo permiso de las autoridades egipcias para realizar estudios de microgravimetría en puntos concretos del interior. Si los aparatos detectaban algún tipo de anomalía allí donde ellos situaban las cámaras y pasillos ocultos, ello indicaría la existencia de huecos allí donde los habían supuesto. Las pruebas se realizaron en agosto de 1986 con ayuda de dos empresas francesas –EDF y la Compañía Francesa de Prospecciones Geofísicas– expertas en estas cuestiones.
Los resultados fueron negativos en la Cámara del Rey y en el supuesto segundo pasillo de entrada; en cambio, en el que discurre hacia la Cámara de la Reina los instrumentos dieron una medición tan llamativa que no cabía otra cosa que proseguir la investigación por medios menos sutiles. Así lo entendieron entonces las autoridades egipcias, que concedieron permiso a los franceses para realizar tres microperforaciones en la pared oeste del pasillo. Asegurada la estanqueidad del procedimiento –si existía una habitación era del máximo interés no dejar que entrara aire moderno que contaminara la atmósfera de la antigüedad allí preservada–, las sondas encontraron una capa de arena de cuarzo, demostrando parcialmente la exactitud de la hipótesis de los franceses.
Poco después, en 1987, un equipo de la universidad japonesa de Waseda realizó estudios semejantes por medio de un escáner de ondas electromagnéticas. Sus conclusiones respaldaron la medición de los franceses y se concluyó que la supuesta cripta escondida junto a la Cámara del Rey no existía. En cambio, en el pasillo de acceso a la Cámara de la Reina los resultados sí fueron concluyentes. Los aparatos detectaron, a metro y medio de profundidad bajo el corredor, una cavidad de entre 2,5 y 3 m de altura que parecía estar rellena de arena y que, además, parecía prolongarse desde el corredor hacia la pared oeste, es decir, justo donde los franceses encontraron la arena de cuarzo. Todavía más llamativo e impresionante fue el resultado en la propia Cámara de la Reina.
Allí los japoneses descubrieron que, casi en la esquina oeste de la pared septentrional de la habitación, tras un primer bloque de 3 m de grueso, los instrumentos indicaban el nacimiento de un pasillo de 1 m de anchura, 1,5 m de altura y unos 30 m de longitud. Por asombroso que parezca, fue entonces cuando las autoridades egipcias decidieron que no convenía continuar la exploración por medios intrusivos, negándose así a comprobar la posible existencia –firmemente fundada– de una nueva habitación en la pirámide. Como vemos, el de los franceses no se trató de un éxito completo.
Podríamos suponer entonces que Hawass tiene razón, que no fue sino la suerte del principiante, no existiendo razones de peso para conceder credibilidad ninguna al nuevo trabajo de Dormion y Verd’hurt. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los dos “aficionados” franceses sí merecen crédito, pues sus trabajos posteriores tuvieron un éxito que sólo se puede calificar de espectacular: encontraron cámaras ocultas en una pirámide que se pensaba completamente explorada…



Más estudios sobre el terreno

Habiendo realizado en la pirámide de Meidum estudios arquitectónicos semejantes a los efectuados una década antes en la Gran Pirámide, Dormion y Verd’hurt llegaron a la conclusión de que en ella también existían ciertas anomalías arquitectónicas. En el interior de la misma hay una única cámara funeraria –cubierta con una falsa bóveda– y justo antes, al final del corredor descendente de acceso, dos recesos consecutivos.
Dado su tamaño y la disposición de los bloques planos que los cubrían, se trataba de espacios que sólo podían existir sin derrumbarse de haber encima algún sistema de descarga de la presión. El Dr. Gaballa Ali Gaballa –antecesor de Hawass– quedó convencido por el informe preliminar de los investigadores franceses; por ello les concedió permiso para realizar un minúsculo agujero en la pared norte de la chimenea de acceso a la cámara funeraria, aprovechando las fracturas de los bloques de esa zona.
El resultado fue el esperado: justo detrás había una pequeña oquedad. Seguidamente se realizaron tres perforaciones semejantes –de unos 16 mm de diámetro cada una–: una en el techo de cada receso y la tercera a 12,56 m del extremo final del corredor descendente de acceso. Gracias a ellas se pudo localizar todo un nuevo sistema de cámaras ocultas, estudiadas mediante un endoscopio.
Encima de cada receso existía, como habían supuesto, una cámara de las mismas dimensiones que estos. Al estar techadas con una bóveda por aproximación de hiladas, el receso bajo ellas quedaba protegido de la tremenda presión del núcleo de la pirámide. La segunda de estas cámaras recién descubiertas, la más cercana a la salida, se comunica a su vez con un largo pasillo de unos 15 m que se extiende justo por encima del corredor descendente de acceso; también su techo está formado por una bóveda por aproximación de hiladas. Como vemos, el sistema de estudio de Dormion y Verd’hurt consiguió aquí un éxito innegable, que fue presentado a la comunidad científica en el “8º congreso Internacional de Egiptólogos” del año 2000. Apoyadas en su éxito, las autoridades arqueológicas egipcias les concedieron permiso para realizar nuevos estudios arquitectónicos en la Gran Pirámide.
Estos les llevaron a detectar nuevas anomalías, hasta entonces no apreciadas, explicables sólo merced a la existencia de una cámara sin descubrir situada bajo la Cámara de la Reina. Su interés por comprobar la validez de sus sospechas por medios científicos les llevó a realizar nuevas mediciones microgravimétricas. La encargada de las mismas fue Safege, una empresa francesa especialista en estudios de resistividad del terreno mediante el uso del geo-radar.
Las mediciones corrieron a cargo del ingeniero Jean-Pierre Baron, que no es un recién llegado a este tipo de trabajos. En 1987 ya estudió la Gran Pirámide, ayudando después a descubrir en Sakkara las nuevas pirámides de Pepi I, desconocidas hasta entonces por estar completamente enterradas en la arena. El resultado de sus mediciones puso de manifiesto una anomalía.
Por su distancia, orientación y dimensiones correspondía perfectamente con el corredor ya localizado de forma teórica por Dormion y Verd’hurt y que supuestamente conduciría a la nueva cripta. Ahora les toca a las autoridades egipcias tomar una decisión al respecto. Es cierto que Hawass no es el único en considerar poco probable la hipótesis. Son varios los egiptólogos y arqueólogos que se han mostrado contrarios a la misma.
Aidan Dodson, que da clases en la Universidad de Bristol, considera “inconcebible la idea de que todavía queda por descubrirse la cámara funeraria dentro de la pirámide. Arquitectónicamente, no hay ninguna razón por la que deba existir un corredor bajo la Cámara de la Reina. La cámara funeraria se ha conocido desde siempre”. Otros en cambio, como el director del Collège de France, Nicolas Grimal, le conceden cuando menos una cierta verosimilitud. En realidad, para comprobar la idea de los franceses no es necesario hacer demasiados destrozos; bastaría con pasar un cable de fibra óptica entre los huecos ya existentes en algunos bloques.
Hawass se niega a ello, a pesar de que así se podría comprobar con mínimo daño si existe el teórico corredor. A pesar de todo, lo innegable es que a Hawass le asiste todo el derecho a negarse. La pirámide es un monumento egipcio y son las autoridades correspondientes del país árabe quienes tienen completa potestad para decidir cómo tratar su patrimonio.
“Se trata de alucinaciones –dice Hawass–. Me encuentro con teorías como ésta todos los días. No son más que aficionados y nosotros, los científicos, debemos proteger de ellos a las pirámides”. Claro, que cuando se trata de realizar sus propias investigaciones, no parece que tenga demasiado en cuenta este loable deseo de proteger la Gran Pirámide de los taladros.
¿Cómo entender si no que autorizara la perforación de la loseta que tapaba el extremo del conducto estelar sur de la Cámara de la Reina? Es cierto que era un objetivo visible y que permitió descubrir un hueco desconocido hasta entonces; pero también lo es que como resultado de ello se partió el único engarce de cobre que quedaba intacto en la loseta… “Si estuviera seguro de que se iba a producir un descubrimiento, diría que sí enseguida –continúa Hawass–; pero las pirámides son como el cuerpo de los egipcios: no se pueden hacer agujeros de forma inconsiderada”. Excepto cuando son “necesarios”, claro está…

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